Entrevista a Melina Cavalieri: «A veces creo que la literatura está ahí, en todas partes, y que nada más hay que querer mirarla»

Melina Cavalieri nació en Moquehuá –provincia de Buenos Aires- pero vive en La Plata desde los diecisiete años. Ahora con cuarenta y seis, trabaja de empleada administrativa mientras cursa el tercer año de una tecnicatura en biotecnología, como dice ella “a modo de saldar una cuenta pendiente conmigo.” Su paso inicial en la escritura, como una forma de no olvidar a personas y lugares, fueron aquellas primeras historias que su familia amaba contar. Las anécdotas familiares protegidas del paso del tiempo en un papel.  Desde ese momento Melina ha recibido distinciones en concursos y algunos de sus textos fueron publicados en diferentes antologías.  A fines del año pasado publicó su primera novela “Tierra suelta”

-¿Qué lugar ocupa la literatura en tu vida?

Me es muy difícil pensarme sin literatura, tanto mía como de otros. Todo espacio que encuentro lo lleno de literatura: el viaje en micro hasta el trabajo, el tiempo para comer, las cuadras hasta la parada del micro, mientras cocino, en fin. Porque para mí literatura no es solo tener un libro en la mano, es pensar una historia, observar a la gente, escuchar sus diálogos. Hasta en un mensaje de texto hay literatura, en los carteles. En realidad a veces creo que está ahí, en todas partes, y que nada más hay que querer mirarla.

-¿Qué autorxs te volaron la cabeza? ¿Quiénes te inspiran?

Los autores que más me impactaron fueron aquellos que leí en la infancia porque me mostraron un universo impensado: Evaristo Carriego, Olegario Andrade, Rafael Obligado, Almafuerte, la poesía de Borges… Era medio ansiosa, entonces leía poesía porque terminaba los libros más rápidos (sonrisa). Cuando fui más grande me encontré con Girondo, Dalmiro Sáenz, Cortázar, Onetti, Abelardo Castillo, Galeano, muchos. Me apasionan la literatura argentina y uruguaya. Creo que de todos los autores que he leído el que más me inspira es Abelardo Castillo, no me canso nunca de releerlo.

-¿Cuál es tu relación con la escritura?

Cuando empecé a escribir lo hice como una manera de no olvidar, de que la gente o los lugares que conocí no se murieran. Tuve la suerte de tener una familia a la que le gustaba contar historias, mi abuela me contaba cosas de cuando era chica, de cómo eran sus juegos, de cuando no había televisión, etc. También mi madre y mi padre me contaban su infancia o su juventud, generalmente a modo de anécdota. Entonces ellos hablaban mientras yo me iba imaginando otras gentes, otras épocas. Me imaginaba cómo habían sido y todo eso. Y un día me llegó la idea de que cuando ellos ya no estuvieran nadie se iba a acordar de esas cosas, así empecé a escribir, no fue algo consciente, mirando para atrás me doy cuenta. “Tierra suelta” tiene mucho de todo eso.

-¿Cómo fue el proceso de escritura de «Tierra suelta»?

La novela llegó después de un tiempo largo de no escribir, hubo muchos años de silencio antes de ella donde los personajes se fueron amontonando hasta que un día empezaron a gritar tan fuerte que los tuve que dejar salir. “Tierra suelta” fue escrita a modo de homenaje, de volver a arremeter contra el olvido y esas cosas y, aunque los personajes respetaron poco de lo que tenía pensado en un comienzo, me parece que logró su objetivo. Al principio fue bastante caótico porque no soy muy ordenada para escribir, se me iban ocurriendo pedazos que no tenían nada que ver con el orden cronológico y, por ejemplo, tenía escrito el final bastante tiempo antes de terminar la novela. Por suerte, gente con mucha experiencia y que admiro me fue guiando en ese proceso.

– En el libro Moquehuá definitivamente es protagonista, ¿cómo se describe un lugar tan conocido a tus ojos como el pueblo de la infancia? ¿Cómo alejarse lo suficiente para representarlo para otrxs?

En realidad el Moquehuá de la novela es mi Moquehuá, es decir, el que he extrañado, el que he imaginado desde la distancia, el que sentí cuando era chica, el que viví con todos mis amigos, el que se perdió cuando me vine a vivir a La Plata, cuando se murió mi padre y tantos otros, en fin. El Moquehuá de la novela no creo que exista, o sí, existe en la novela. Por eso no sé si tuve que alejarme para representarlo o nada más ir juntando pedacitos como un rompecabezas para que quede armado.

-Como te decía, en “Tierra suelta” para mí es increíble el desplazamiento por cada rinconcito de Moquehuá y cómo nos haces estar ahí ¿Cómo es el proceso de escritura cuando el escenario tiene tanta impronta para la historia?

Esos “lugares comunes” de los que habla Garín capaz que tengan algo que ver con eso. Creo que más que un proceso en mi caso lo que pasó fue que a los personajes me los imaginaba junto a su entorno, por ejemplo Garín en su rancho, Salvo en su casa y así. Entonces me parece que de manera inconsciente a cada uno le tocaba el lugar que le correspondía y no tenía más que escribirlo.

-Amo a Garín, ¿cómo fue la construcción de ese personaje tan particular?

Garín fue un desafío. Me ayudó mucho un amigo que es psiquiatra para construirlo, además investigué sobre la esquizofrenia y busqué grabaciones sobre cómo se escuchan las voces. Lo que no quería era que ese infierno personal impactara en su inocencia y en la falta de maldad, que no perdiera el asombro ante la vida, ante las cosas que no podía entender y que buscaba explicar a su manera. Y desde ese lugar Garín plantea sus diálogos.

– Uno de los temas del libro es la muerte, ¿cómo se puede escribir sobre un tema génesis de la literatura y no caer en lugares comunes? ¿Fue algo que pensante al sentarte a escribir?

La verdad es que no sé muy bien cómo se hace. Cuando escribo busco diferenciarme de lo que ya está escrito pero es difícil. En este caso puse mi visión de la muerte desde el lado del extrañar, como una presencia que no es algo brutal sino que está entretejida en toda la historia acompañando de alguna manera a los personajes. No fue algo que decidiera de antemano, surgió en el proceso de escritura y me pareció que era acorde al resto de la historia.

-Tenes un estilo poético, que me enamoró desde las primeras páginas, ¿cómo lo fuiste trabajando?

Generalmente tiendo a escribir con palabras rebuscadas e imágenes muy densas. Contra eso “peleo” cada vez que escribo porque aspiro a buscar la belleza a través de palabras simples, de imágenes cotidianas, de cosas que pasan todo el tiempo y nada más hay que mirarlas. Así que hubo mucha corrección.

-¿Sobre qué tema te gustaría escribir en un futuro? ¿Estás escribiendo algo?

Ahora estoy asistiendo a un taller de escritura para explorar cosas distintas, salirme del lugar donde me siento cómoda y ver qué pasa con eso. No me gusta quedarme quieta. Estoy escribiendo textos cortos y viendo hacia donde me lleva esta experiencia.

-¿Qué sentiste al ver publicado tu libro?

Fue muy emocionante. Tener la novela en papel fue como volverla real, fue darme cuenta de que dejó de pertenecerme, de que ahora es parte de quien la lee.  Todavía no me despabilo del sueño.

“Tierra suelta” está publicado por Malisia una editorial independiente ¿Cuál crees que es el rol de las independientes dentro de la edición en Argentina?

Las editoriales independientes ponen mucho amor en lo que hacen, mucho esfuerzo y además abren posibilidades a escritores que de otro modo no podrían publicar. Porque hay montones de escritores geniales que no son conocidos pero que a través de ellas tienen su posibilidad. Son un aporte a la libertad.

-¿Cómo fue el proceso de publicación una vez terminado el libro?

La novela estuvo guardada como un año porque no me decidía a publicarla, cuando me decidí me comuniqué con Malisia con la idea de hacer una edición de autor pero la leyeron y la aceptaron bajo su sello editorial. Malisia se ocupó del diseño de tapa, de las sugerencias de corrección y la distribución.  Hacen un trabajo maravilloso.

-Participaste en algunos concursos literarios, ¿Qué rol tienen estas instancias para lxs que se largan a escribir? 

Tuve una profesora en un taller literario hace mucho tiempo que decía: los concursos son para mandar los textos y olvidarse. Y yo adhiero a eso. Los concursos son una posibilidad, una herramienta más pero ganar o perder no te define como escritor. Entonces creo que está bueno participar pero no poner todas las esperanzas en eso.

-¿Qué estás leyendo por estos días?

“Los sorias” de Alberto Laiseca que ha sido un postergado entre mis libros y no se lo merece y además estoy leyendo una novela de Federico Riveiro, un autor de Rojas –provincia de Buenos Aires- que se llama  “Un desmayo en el vacío”

JUEGO DE RECOMENDACIONES

-Un/a autor/a que te vuelva loca: Abelardo Castillo.

– Un clásico:El conde de Montecristo” o “Los tres mosqueteros” de Alejandro Dumas

– Un libro que te encanta y quisieras que más personas lo conozcan: “Barrio gris” de Joaquín Gómez Bas. No tanto para que lo conozcan, porque Gómez Bas fue bastante conocido en su época, sino para que no se olvide.

-Una escritora que te inspire: Alejandra Pizarnik, la visión de su poesía es impresionante.

-Tu libro favorito: No sé si hay un libro, por ahí hay retazos de libros, cuentos o poemas, por ejemplo “Capítulo para Laucha” de Abelardo Castillo, el prólogo de “Setenta veces siete” de Dalmiro Sáenz, el capítulo LXII de “Platero y yo”, el poema “Friso” de Girondo, “El manantial” de Rafael Obligado, los haikus de Borges… Hay un montón de belleza por todos lados.

Muchísimas gracias Melina por sumarte a nuestro proyecto y charlar un ratito con nosotras, nos encanta compartir la experiencia de las hermosas y grandes escritoras contemporáneas que tenemos en Argentina. Creemos que es imprescindible para Somos Historias dar el espacio y escuchar a las mujeres que se mueven actualmente por el mundo editorial, así que de nuevo le agradecemos infinitamente a todas las escritoras que se copan, hoy a Melina Cavalieri por hacerse un tiempo entre tanto caos para estar acá.

Si quieren saber más del libro les dejamos la reseña completa y las redes sociales de la editorial para conseguirlo


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